Buenos lunes amigos!
Hoy os queremos que conozcáis la historia de Pilar con sus propias palabras, una gran mujer y amiga, que con esfuerzo y paciencia logró conseguir su objetivo perdiendo
17.7 Kilos de peso.
Esperamos que esta experiencia os anime,
"no hay cosas imposibles, si no improbables", y ahí es donde y cuando nosotros podemos cambiar la historia.
" 22 mayo 2012, En ese día comencé a ganar la guerra contra los kilos que me sobraban. ¿Cuál fue el detonante que me condujo a proponerme alcanzar esa meta? Simplemente el hecho de observarme en unas fotos de un evento al que había asistido. En ese momento fui consciente de una realidad que me había negado a aceptar. ¡ No estaba satisfecha con mi imagen física y eso me afectaba psicológicamente!.
Cuando iba a comprarme ropa y contemplaba mi figura en el espejo del probador, comprobaba lo mucho que había engordado, y, cómo cada vez necesitaba ir incrementando la talla hasta llegar a una 48.
No soy alta, apenas mido un metro cincuenta, por lo que aún se me notaba más cuando engordaba. A la vez, añoraba la talla 36 de torso y la 40 de caderas que durante años había conservado.
Como mecanismo de defensa, intentaba negar lo evidente, e, incluso me engañaba a mi misma: “No sé cómo engordo, si apenas como, no ingiero demasiada grasa y no me agrada el dulce. Pero, estaba obviando que consumía varias latas de coca cola, barritas de pan caliente, rebanadas de pan de molde, picoteo de queso y embutido… todo para calmar mis estados de ansiedad.
También, me negaba a considerar que podía padecer los efectos de la menopausia y de otras variables psicológicas como la apatía, el desánimo, baja autoestima y el sedentarismo.
Consciente de mi situación, decidí iniciar, como en anteriores ocasiones una dieta. Pero, ¿Cuál hacer? Podía retomar la que me dio el médico de cabecera años atrás o hacer una de las que publicitan los medios de comunicación o me plantee la posibilidad de probar uno de esos tratamientos que anuncian en televisión y que prometen perder peso rápidamente y sin apenas esfuerzo.
Me decidí por la última opción, entré en la farmacia y le sugerí al farmacéutico que me recomendara algún medicamento para perder unos kilos. Me respondió que no era lo más conveniente, y me propuso que esperara a la semana siguiente porque me podría atender su hija Isabel que se había especializado en nutrición. Ella realizaría un análisis pormenorizado de mi caso y me diseñaría una dieta que se ajustara a mis necesidades. Me convenció esta propuesta, acepté la sugerencia y esperé a poder ser evaluada por Isabel.
Lo primero que efectuó “mi dietista” fue pesarme. La báscula indicaba 64 kilos, pero ella, en un principio, no le dio demasiada importancia al peso de mi situación inicial. Después me preguntó cuántos kilos prefería perder. Le comenté que una meta inicial razonable sería alcanzar los 55 kilos. En ese momento me parecía casi imposible bajar de 50, y, mucho menos, llegar a los 43.500 que pesaba cuando tenía treinta años.
A continuación, me preguntó lo que comía habitualmente, cuáles eran mis platos favoritos y cuáles se apartaban de mis preferencias. El objetivo era elaborar un plan de adelgazamiento realista y que se ajustara al máximo a mis posibilidades. Con esta posibilidad, ella confiaba que me constaría menos esfuerzo seguir la dieta y cumplir la meta pactada.
Siete días después me suministró la dieta, y, sí, efectivamente, no había incluido alimentos que me desagradaran. Asimismo, me recomendó unas pastillas de fitoterapia que debía ingerir antes y después de las comidas con el propósito de facilitar la eliminación de la grasa del abdomen. Igualmente para el tratamiento de las caderas me propuso una crema reafirmante.
De esta manera, me implique en mi nuevo reto, porque confiaba en mi dietista, no sin antes mentalizarme que esto no iba a ser fácil y que tenía que esforzarme. Al fin y al cabo, no podía pretender que el peso acumulado durante tanto tiempo desapareciera milagrosamente.
A la semana a siguiente ya había perdido un kilo y medio y para mí fue un importante estímulo. Después, pasé por un ciclo en el que báscula indicaba que iba bajando gradualmente mi peso, unas semanas más y otras menos, pero, en ningún caso engordaba. El seguimiento lo realizábamos el mismo día a la semana, con el mismo horario y ropa similar. Recuerdo que, en algunas ocasiones, perdía 300g y que también hubo un período en el que solo perdía 150 gramos.
Personalmente, me sorprendía a mí misma, porque en ningún momento del proceso de adelgazamiento me desanimé y seguía convencida la dieta y los consejos de Isabel. Hoy por hoy, pienso que los logros fueron posibles porque no pasaba hambre y, en consecuencia, mitigué los estados de ansiedad que en antaño me había conducido a vaciar el frigorífico o la despensa.
Dos meses después del inicio de mi plan de adelgazamiento y en una de mis visitas para realizar el seguimiento semanal y revisar la dieta, Isabel me preguntó qué tal lo llevaba y si no echaba de menos algún alimento. Le respondí que todo iba bien, pero que me apetecía poder ingerir pescado rebozado, pues era uno de mis platos favoritos. Cuando apareció ese alimento para cenar una vez por semana en la dieta fue un estímulo más para conseguir mi objetivo.
Y así fueron transcurriendo los meses. Seguía perdiendo peso y la dieta era actualizada periódicamente para que no resultara aburrida ni monótona y se ajustara a la estación del año. He de confesar que por mi parte, me permití hacer una excepción y darme algún premio por mi esfuerzo, como ingerir algo de dulce como un pedacito de roscón, de la Corona de la Almudena y alguna torrija.
Estoy convencida que si no hubiese sido un poco flexible, si no hubiese contado con la compresión de mi dietista y si hubiese perdido la visión de mi meta, posiblemente hubiese abandonado. Pero poco a poco el pantalón con el que me pesé la primera vez, iba quedándome grande hasta el punto de caerse. De nuevo podía usar la ropa que tanto tiempo tenía guardada.
Al final del proceso conseguí alcanzar 46.300Kg y un IMC de 22, ratio ideal para mi peso y estatura. Después inicie una dieta de mantenimiento, similar a la última de adelgazamiento, pero incluyendo algunos elementos más calóricos.
En la actualidad me parece todo un logro que, después de tres meses de la fase de seguimiento, solo haya engordado 300g, teniendo en cuenta los meses estivales y que por tener que asistir algún evento, como puede ser una boda, he sido menos estricta y he cometido algún exceso y que apenas he hecho ejercicio algo fundamental para reafirmar el cuerpo. Se me olvidaba indicar algo: cada seis meses el médico de cabecera me ha realizado los análisis pertinentes para comprobar mi estado general.
Hoy, quince meses después, soy otra persona. He rejuvenecido, me siento más vital y mi cuerpo ha cambiado por completo, hasta el punto de que acabo de comprarme una falda de la talla 38. Me agrada la imagen que tengo actualmente porque creo que tiene mucho más que ver con la mujer que quiero ser. Igualmente, he de confesar que me encanta que me recuerden lo delgada que estoy, y que me destaquen que, pese a la pérdida de peso, no se me nota flacidez.
Por todo lo que he señalado, mi experiencia con la dieta y el plan de adelgazamiento ha sido muy positiva. En este sentido, recomiendo a otras personas que tengan sobrepeso que lo intenten. A continuación resumo los aspectos más importantes que, según mi opinión, me han facilitado conseguir mi peso ideal:
- Ponerse en manos de una buena nutricionista que estudie tu caso personal y que diseñe una dieta ajustada a las necesidades de tu metabolismo. Evitar, por tanto, experimentar con dietas milagros u otros productos que pueden poner riesgo la salud.
- Complementar la dieta con controles médicos.
- Tener en mente la meta que queremos alcanzar y visualizarnos cómo nos veríamos con menos peso.
- Reforzarnos con cada uno de nuestros logros, por pequeños que sean.
- Contar con el apoyo de los demás.
- Ser flexibles, pero sin llegar a perder los hábitos.
- No tener prisa y ser pacientes.
- Los alimentos que integren la dieta deben encajar con nuestras preferencias en lo posible.
- Darnos mensajes positivos y convencernos que estamos realizando algo por nosotros mismos como un compromiso que no debemos romper.
- Aprender a controlar los momentos de ansiedad.
- Mirarnos al espejo y comprobar, poco a poco. como el cambio gradual de imagen, facilita que saquemos lo mejor de nuestro potencial.
Aunque las dietas nos supongan cierto rechazo, os garantizo que, según mi experiencia, el secreto está en que “no es necesario pasarlo mal y tener grandes privaciones para perder peso”.
Sólo hay que aprender a comer, racionalizar las comidas que ingerimos y no consumir más calorías de las necesarias."
GRACIAS PILAR.
¡Nos leemos el miércoles!